Sin embargo muchos en la cuadra de Gloucestershire (Inglaterra) donde vive Alfie piensan que no es favorecedor para un jamelgo de su porte el aparecer por ahí tan desaseado. Así que han intentado varias veces pillarle por banda y afeitarle “por la fuerza”.
Con lo que no contaban era con que el caballo o bien desconfía plenamente de sus cuidadores, se las ve venir, o sencillamente se siente orgulloso de su bigote; pues cuando ve que alguien se acerca a él con el propósito de quitarle la pelambrera sale corriendo.
Para que luego digan que un animal no puede ser coqueto… o sencillamente intelectual. Porque ese soberano mostacho me recuerda en cierta manera al que gastaba Nietzsche. ¿Quién sabe? A lo mejor Alfie lee antes de ir a dormir “El crepúsculo de los ídolos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario